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Ya soy un buen judío ¡¿Por qué además tengo que estudiar Torá?!


Ya soy un buen judío ¡¿Por qué además tengo que estudiar Torá?!


Por muchas cosas. Pero vamos a resaltar una muy importante y peculiar.


Los judíos nos enorgullecemos de ser los hijos de Dios, y en menor medida “Sus sirvientes”.


Sin embargo, cuál es la diferencia entre un hijo y un sirviente. Un sirviente se limita a hacer con lealtad todo lo que su amo le dice. Pero un hijo va bastante más lejos, pues conoce en forma mucho más íntima a su padre, quien a su vez le revelará cosas que solo a él le hará saber, justamente por el hecho de ser su hijo. En otras palabras, un hijo puede desarrollar una relación de amor con su padre, algo a lo que un sirviente o esclavo jamás podría acceder.


Los Sabios de la tradición nos revelan que si bien el cumplimiento de las mitzvot nutre nuestra relación con Dios como sirvientes, lo que en más nutre nuestro lazo de amor con Dios como hijos es el estudio de la Torá. A través de ella Dios nos revela Sus secretos más atesorados y que nos da a conocer únicamente a nosotros, el pueblo de Israel.


De hecho, esto es algo que resulta muy lógico, pues para amar a alguien tengo que saber quién ese alguien es realmente. El verdadero amor reside en el hecho de conocer y respetar quién es el otro. Necesito descubrir el punto que hace que esa persona sea única y diferente al resto. Si no soy capaz de llegar a ese punto, el vínculo no se desarrolla. Dios se nos reveló en la Torá, y sin su estudio no puedo empezar a conocer a Dios ni desarrollar una relación de amor con Él.


Sin darnos cuenta, estamos descubriendo una idea bastante innovadora: lo que quizá podría parecer algo frío e intelectual como el estudio de la Torá, en realidad es el secreto para vivir como verdaderos hijos de Dios.


Si quiero vivir como un verdadero hijo de Dios, deberé empezar por la forma de estudio que constituye la llave de acceso a Su Torá.


¡Y este es el Talmud!

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