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¿Qué relación existe entre una piedra que cayó y alguien que olvidó rezar...?


Página 26:a - “reparó en ella, luego la olvidó, y al final se le cayó”.


Si una persona olvida rezar, ¿se le considera ónes?


Es interesante descubrir que de las palabras de nuestra suguiá (que, como sabemos trata de daños) los poskim deducen un halajá acerca de las leyes de tefilá:


De nuestra suguiá resulta claro que si alguien guarda una piedra dentro de sus ropas y luego la olvida totalmente, si ésta cae y daña, la persona es responsable por el daño causado.


Sin embargo, estará exenta de los pagos de tsaar, ripuy, shevet y boshet, debido a que dañó sin intención. Siguiendo esta línea de pensamiento, el Ramah (citado por el Nimuké Yossef, 10:b, en las páginas del Rif) menciona que una persona que estaba muy ocupada en sus negocios y no rezó mientras era de día, y luego olvidó completamente hacerlo, no es calificado como un “pecador adrede” (poshea). Y, por lo tanto, en su próxima tefilá debe completar lo que faltó (es decir, debe rezar dos shemoné esré). Esto prueba que no lo consideramos un “pecador adrede”(poshea), ya que si lo fuera no tendría cómo complementar lo que faltó.


En cambio el Nimuké Yossef (Ibíd.) discrepa, concluyendo lo contrario: una persona que olvidó que guardaba una piedra no es considerado poshea, pero quien olvidó rezar si lo es. Este argumento fue explicado por el Jatam Sofer (Nedarim 26:a y Joshen Mishpat, 42) en forma sumamente clara: Hay que establecer una separación y dividir entre las halajot de nezikin y las de tefilá. Ya que si una persona estaba en condiciones de rezar mientras aún tenía tiempo de hacerlo, será demandado por haberse “autocausado” un tropiezo, pues podía haber rezado mucho antes, mientras todavía se acordaba que debe rezar. Y como lo dicen jajamím: zerizim makdimim lamitsvot. Por lo tanto, aunque luego se le haya olvidado rezar, todavía pende sobre él el reclamo de no haberlo hecho antes. Y, siendo así, no es calificado de anús. En cambio, a nadie se le ocurrirá prohibir a la gente que tenga piedras, temiendo que vayan a olvidar donde están. Y, en consecuencia, hasta el momento que la piedra cayó no pendía ningún reclamo sobre esta persona, y en el momento que efectivamente cae tampoco se le puede calificar de poshea. Pues precisamente en ese momento se le olvidó la existencia de la piedra; y, entonces, no es poshea, aunque sí anús. Lehalajá: el Jatam Sofer y el Maguen Avraham (Ohr HaJaiim, 108:9) discrepan acerca de si a esta persona que se le olvidó rezar tiene permiso de completar su tefilá diciendo shemoné esré dos veces.


La tragedia de la marcha de la muerte: Una escalofriante pregunta de un judío que estuvo sufriendo años por un terrible episodio que le tocó vivir durante el holocausto, fue presentada delante del Jelkat Yaakov (Shut Joshen Mishpat, 33): Él y sus hermanos caminaban durante la tristemente célebre Marcha de la Muerte, mientras los nazis, yimaj shemam, percibiendo la inminente pérdida de la guerra, obligaban a los judíos a avanzar en una prolongada marcha, durante la que disparaban a cualquiera que se detuviera sin autorización. Durante uno de los altos, el hermano mayor del grupo pidió al menor que le despertara inmediatamente que se reanudara el avance. Éste aceptó la responsabilidad... pero también se quedó dormido. Cuando se reanudó la marcha, acompañada por los gritos de los alemanes, el hermano joven se levantó y corrió junto a los demás. Pasaron unos minutos y, para su gran horror, se percató que su hermano mayor no estaba con él. Pero ya no tenía posibilidad de volver a buscarlo: lo fusilarían de sólo intentarlo. Y, además, probablemente ya había sido asesinado por los alemanes.


Al final de la guerra el hermano joven quiso saber si él necesitaba kapará por no haber despertado a su hermano.


El Jelkat Yaakov le contestó que según lo explicado en nuestra suguiá, quien comete un error por olvido es calificado de anús. Y en su caso era más que apropiado decir algo así, teniendo en cuenta que en aquel momento su mente no estaba clara. Por lo tanto, no se le considera responsable en absoluto de lo ocurrido a su hermano. No obstante, siguió diciendo, sería correcto que de aquí en más aceptara sobre sí esforzarse todo lo posible para no avergonzar a nadie (lehalbin panim), ya que este pecado (avergonzar) pertenece a la “familia” del asesinato. Asimismo le recomendó adoptar un huérfano, y apoyar financieramente a los que estudian Torá, siguiendo los versículos (Mishlé 2:27) ner Hashem nishmat adam, y (Mishlé 6:23):

“ner mitsvá veTorá or”.

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