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Testimonio de un detective


Página 58:b - “El dictamen de alguien que cobra por oficiar como juez, quedará anulado”.

Como es sabido, un juez tiene prohibido aceptar cualquier remuneración de una persona a la que él está juzgando, como dice la Torá (Shemot, 23:8): “...y no aceptarás soborno”. Igualmente, el testigo tiene prohibido aceptar una remuneración por haber atestiguado, pues al hacerlo se le considera noguea le’edut (es decir, alguien que tienen un interés personal en este testimonio). Nuestra suguiá menciona lo que dice la mishná (Bejorot 4:6), de que a priori el juez o el testigo podrían tomar una remuneración a condición de que ambas partes del litigio le den la misma suma. Esto no se considera soborno, por lo que el testigo (o el juez) no se inclinará por una de las partes.

No obstante, jajamím decretaron que ni el juez ni los testigos tengan permiso de aceptar pago. En cambio, sí se les podrá pagar si es que podían haber ganado este dinero haciendo negocios o con sus empleos, de no haber estado ocupados con este juicio (sejar batalá). Pero si cobraron más dinero del que podían haber ganado en ese negocio o en ese trabajo, su juicio (o su testimonio) quedará sin efecto (ver Netivot Hamishpat JO”M, 34:18). La razón de este decreto es que el juez y el testigo están cumpliendo una mitsvá. Y, por lo tanto, corresponde que lo hagan gratis, tal como no hay que ser remunerado por cumplir cualquier otra mitsvá.

¿Por qué se permite pagarle a un juez por la escritura de un guet? El Ramá (E”H, seder ha’guet, cuarto párrafo) cita lo dicho por Rabenu Ovadia mi’Bartenura (Bejorot 4:6), según quién este din de no pagar a jueces ni a testigos se aplica también a los jueces que preparan el guet, debido a que la edición del guet y su escritura se considera como juicio (din Torá). Y, por lo tanto, si el juez ha cobrado dinero por ésto, se puede dudar de la validez de este guet. No obstante, sigue el Ramá, no acostumbramos a seguir esta opinión, ya que los jueces del bet din no tienen obligación de estar presentes (excepto durante el momento en el que el hombre le entrega el acta de divorcio a la mujer). Pero vigilar la escritura del guet y la firma de los testigos, o analizar si los nombres del hombre y de la mujer son correctos, son labores que no se consideran sino un trabajo de investigación, tal como el trabajo de un supervisor de kashrut. Y, por lo tanto, está perfectamente permitido ser remunerado por esto (ver Pitjé Teshuvá, Ibíd. seif katán 6, que cita al Nodaá Bi’ Yehuda, última edición, 114).

Testimonio de un detective privado: Delante del bet din de quien era el Rab de Yerushalayim, Rabí Betsalel Zulti Zts”l, cierto demandante solicitó el testimonio de su detective privado, al que había contratado para informarse del asunto que estaba tratando el bet din (Piské din rabaniyim, quinto volumen, 108). Los defensores pidieron impedir el testimonio de este detective por tratarse de un profesional pago, y por lo que se trataría de un testigo remunerado por su testimonio (que, como vimos, no es apto para ser testigo). El bet din decretó que el detective no es considerado pasul le’edut (no apto para atestiguar), pues aunque está prohibido ser remunerado por atestiguar, una persona puede estar presente en un cierto sitio para ver algo que está ocurriendo y luego atestiguar sobre lo visto, y se le puede pagar por ello. Pues la acción de presenciar el acto no forma parte de la declaración del testigo. Y, además, de todos modos el detective recibe sus honorarios por su labor de investigación principalmente, lo que incluye presenciar hechos, y no por su testimonio frente al tribunal.