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Diferencia entre un artesano y un asalariado (en la práctica)


Página 48:b - omán koné beshevaj kli (“el artesano adquiere por el valor añadido del utensilio”).


Resulta interesante descubrir que un contrato firmado con obreros en Tailandia puede acabar repercutiendo en el cumplimiento de las mitsvot de los judíos.


Nuestra suguiá cita la opinión de alguien según quien omán koné beshevaj kli (“el artesano adquiere el valor añadido en el utensilio del propietario”), lo que es así hasta que el dueño le pague sus honorarios. Como ya dijimos, el Ramá opina que un utensilio que fue reparado por un artesano goy necesita tevilá, debido a que en un momento dado éste fue propiedad (parcial) de éste. Y únicamente cuando el judío se lo pague podrá adquirir la parte del artesano goy. Y, en ese momento, será como si acabara de adquirir el utensilio de un goy (por lo que necesitará tevilá).


Basándose en la opinión del Ramá, el Jojmat Adam (kelal, 73-4) dictamina que igual la halajá con utensilios producidos en la fábrica de un judío, en el caso que los operarios sean goyim, por la simple razón de que éstos mejoran los utensilios y provocan que el valor de los mismos se incremente.


No obstante, el Aruj Hashuljan (55) y el Darkei Teshuvá (Ibíd., sk-81) señalan (apoyándose en el tratado de Baba Metzía, 112:a) que hay que diferenciar entre un obrero al que se le paga por hora y otro al que se le paga por producción. Este último tiene parte en el utensilio, debido a que el sueldo que se le paga es a cambio de su trabajo y por su rendimiento artesanal. En cambio, el obrero que trabaja por hora es remunerado por su tiempo, por lo que es irrelevante qué es lo que haga durante ese tiempo.


En consecuencia, no podemos decir que se creó una “lazo” entre él y el utensilio. Y, por lo tanto, si el empresario judío contrata trabajadores goyim por hora, la producción de su fábrica no necesita tevilá.


Utensilios fabricados a través de medios mecánicos: Es interesante mencionar lo que escribe el Iguerot Moshé (Shut, O”J, tercer volumen, 4), quien añade que si la fabricación de cierto utensilio se hace a través de cierta maquinaria y la función de los obreros se limita al mantenimiento de la misma, no aplicaremos la ley de que el obrero adquiere el valor añadido. Pues ellos no fueron los responsables de las mejoras de los utensilios, los que en consecuencia pertenecerán exclusivamente al dueño de la industria.


Vaca preñada que fue alimentada por un goy: El Minjat Yitsjak (Shut, segunda parte, 38) recurre a un razonamiento similar en un caso donde la vaca de cierto judío parió un primogénito (como sabemos, está prohibido comer de la carne de los animales primogénitos).


El dueño de la vaca intentó encontrar razones para que el animal fuera permitido para él. Entre otras razones, esgrimió el argumento de que todo el período que la vaca estuvo preñada se encontraba dentro de la propiedad del goy, quien se ocupaba de engordarla. Por lo tanto, reclamó el judío, el caso guarda relación con el de un artesano que mejora un utensilio y, en consecuencia,este goy tiene parte en la propiedad de la vaca.


Y, siendo así, sobre este becerro no recae (lo jalá) kedushat bejor (santidad de primogénito), debido a que el goy también es considerado socio en la propiedad de este becerro (hasta aquí el argumento esgrimido por el judío).


No obstante, el Minjat Yitsjak se opuso al argumento, diciendo que el deber de este goy se limitaba a poner el alimento delante de la vaca. Y, por lo tanto, el “valor añadido” de ésta fue algo que se produjo automáticamente.


Es decir, esta mejora de que la vaca se alimenta y engorda se produce a través de su digestión y sin la menor intervención del goy.


Por lo tanto, éste no adquiere ninguna parte en el animal, por lo que el judío está obligado a contemplar todas las leyes de kedushat bejor en este becerro.

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