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La relevancia de Pésaj


Por: Lori Steiner

Así como ocurrió hace 3300 años, hoy también Hashem evalúa nuestra emuná, nuestro comportamiento, que demuestra que realmente estamos viviendo con fe.

No hay ninguna fiesta que tenga tanta relevancia como Pesaj mientras aguardamos la Redención Final, el Éxodo final del “Egipto” de nuestra época. Así como ocurrió hace 3300 años, cuando Hashem “pasó por alto” aquellas casas en las que había una señal de compromiso con Él con la forma de la sangre del cordero pascual, hoy también Hashem evalúa nuestra emuná ─nuestro comportamiento, que demuestra que realmente estamos viviendo con fe.

Hoy estamos bombardeados con distracciones que literalmente nos dominan la mente y el corazón. Aunque el verdadero propósito de la tecnología es salvarnos de los trabajos diarios para que podamos contemplar el propósito de la vida y nuestra conexión con Hashem, en realidad, los avances tecnológicos nos están consumiendo. Irónicamente, dependemos de los teléfonos inteligentes, los hogares inteligentes, los televisores inteligentes y los autos inteligentes mientras que nosotros mismos nos volvemos cada vez menos inteligentes y mucho menos creativos.

¿Para qué vamos a pensar si tenemos autos, teléfonos, televisores y hogares que hacen todo en lugar de nosotros? En realidad, seguimos tan esclavos como entonces. Y conviene que reflexionemos acerca de nuestra actual esclavitud de nuestro ego mientras bebemos las cuatro copas de vino.

Recitamos el Kidush con la primera copa de vino para revivir espiritualmente la promesa que nos hizo Dios de que nos sacaría del sufrimiento de “Egipto”

Podemos imaginarnos a Dios hoy en día al enfrentar cada desafío que se nos presenta en la vida. Bebemos la segunda copa de Kidush al leer la historia del Éxodo, enfocándonos en la salvación que obró para nosotros Hashem cuando nos prometió salvarnos de la esclavitud y las labores forzadas. Esta es la oportunidad perfecta para evaluar si estamos pasando demasiado tiempo “en la oficina” y no suficiente tiempo con la familia y con Hashem.

La tercera copa de vino representa el Éxodo propiamente dicho: la partida de Egipto, y se bebe después de la Bendición de Después de las Comidas – Bircat Hamazón – para recordarnos la promesa de Hashem de que nos va a redimir. El Éxodo tuvo lugar cuando muchos de los judíos se habían desilusionado porque la Redención no llegaba. Perdimos la emuná con cada plaga hasta que al final pensamos que Dios nos había abandonado. Por lo tanto, no estábamos listos para irnos de Egipto, y no tuvimos tiempo para que el pan leudara. Es muy parecido a lo que ocurre con nosotros hoy en día. Nuestra tarea consiste en fortalecer nuestra emuná y estar preparados.

No se debe consumir ningún líquido entre la tercera y la cuarta copa de vino. ¿Y por qué? La cuarta copa se bebe después del Halel (cantos de alabanzas a Hashem) y corresponde a la promesa que hizo Hashem de que le daría la Torá al pueblo judío. Debido a que existe una conexión espiritual entre el Éxodo y la entrega de la Torá en el Monte Sinaí, no podemos separarlos bebiendo algo entre la tercera y la cuarta copa. El mensaje es muy claro: sin la Torá, no podemos ser libres. Seguiremos siendo esclavos de otros dioses, ya sea nuestra alma animal, el jefe, una adicción, el teléfono inteligente o lo que sea. La única manera de que la familia esté conectada es aprendiendo y aplicando las verdades de la Torá. La Torá es el pegamento que nos mantiene conectados los unos a los otros. De otro modo, somos como plumas que van volando por el aire…

Por eso, cuando bebamos las cuatro copas de vino y reflexionemos acerca de los cuatro hijos ─el sabio, el malvado, el simple y el que no sabe preguntar─ hagamos un compromiso a estudiar Torá, a evitar las tonterías que nos acosan, a cambiar.

Que fortalezcamos nuestra emuná en que Hashem está a nuestro lado y nos va a traer la Redención Final. Nuestro trabajo consiste en prepararnos y preparar a nuestros hijos y nietos para que estén listos para darle la bienvenida.

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