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El honor de un padre, en duda

En la página 111:b del tratado de Baba Kama estudiamos:


"veim hayá davar sheyesh bo ajarayut" וְאִם הָיָה דָּבָר שֶׁיֵּשׁ בּוֹ אַחְרָיוּת

En nuestra suguiá está claro y todos están de acuerdo (incluso quien opina que los herederos son considerados adquisidores) que si un hombre fallece y deja a sus hijos objetos que robó, éstos deben regresarlos, a pesar de que los han adquirido por shinuy reshut y ya no pertenecen a sus dueños originales.


El objetivo de este din es que los hijos puedan honrar a sus padres, debido a que si los herederos usaran estos efectos robados la gente los reconocería, y la no tan limpia memoria de su padre saldría nuevamente a la luz.


Diferencia entre el respeto y el desprecio del honor de un padre:

El Rosh (Ketubot, perek 9, simán 14) analiza el deber de los hijos de gastar del dinero de la herencia que su padre les dejó, cuando ello es necesario para el difunto, y escribe que de nuestra suguiá se entiende que no únicamente es un deber de los hijos, sino que incluso los obligamos a devolver los efectos robados.


No obstante, el Rosh pregunta lo siguiente:


Como sabemos, según la Torá no obligamos a una persona a cumplir la mitzvá de kibud av (como dice la Guemará, que no se obliga a cumplir mitzvot que la Torá estipula claramente su recompensa). Siendo así, entonces ¿por qué obligamos a los hijos a devolver estos efectos robados?


El Rosh contesta que si bien es cierto que no se obliga a los hijos a cumplir la mitzvá de honrar a sus padres, de todos modos, si no devuelven los efectos robados por su padre, habría un desprecio de la memoria de éste. Y, en tal caso, para evitar esto sí obligamos a los hijos.


El comentario del Tsemaj David

A partir de nuestra suguiá, el Tsemaj David, 68, prueba que cuando el desprecio y/o la vergüenza de un padre está en juego, sus hijos deben evitar que su honor se vea afectado pagando de sus propios bolsillos si es necesario, y no únicamente de la herencia del padre. Pues los efectos robados incluidos en la herencia nunca fueron parte del patrimonio del padre, ya que los robó, y únicamente por shinuy reshut pertenecen a sus hijos.


Pero la pregunta es: ¿por qué para evitar la vergüenza y el desprecio de un padre deben pagar de sus bolsillos? Considerando que, como es sabido, el Shuljan Aruj –Yoré Deá, 240:5– establece que el deber de honrar a un padre es únicamente si el desembolso necesario es del propio dinero de los padres, y no del de los hijos.


Aquí, pues, vemos que no siempre es así, y que cuando se trata de evitar el desprecio y/o la vergüenza de un padre, sus hijos deben gastar incluso de su propio dinero. Y ver que allí no llega a una conclusión clara.


Omisiones en los libros de contabilidad de la tsedaká:

Hace muchos años ocurrió que cierto gabay tsedaká que agonizaba confesó a su familia que ocasionalmente, y por lo general sin intención, no escribía las sumas exactas que recibía para la kupá de tsedaká.


Debido a esto, probablemente parte del dinero llegaba a su propio bolsillo, por lo que les pidió a sus hijos dar una cierta suma para la kupá de tsedaká, a fin de que no llegue al cielo con todos estos pecados.


Al acabar los shiváa, los hijos decidieron que no iban a obedecer al padre, pues entendían que dar dinero para la kupá de tsedaká del modo en que éste se los pedía constituía una admisión del padre de que, efectivamente, no se había conducido como era debido. Y ellos pensaban que era su deber proteger la buena reputación de éste, y no dejar su nombre a la merced de quienes gustan hablar más de la cuenta.


No obstante, el Rabí Yehudá Asaad (Shut Yehuda Yaalé, segunda parte, 47) indicó a los hijos que actuaran de acuerdo a la voluntad de su finado padre, explicándoles que si de veras les preocupaba su honor, obviamente no pensarán que era un mentiroso, ni tomarán sus palabras a la ligera. Y, por lo tanto, era necesario aceptar que, efectivamente, en ocasiones cometía errores. Y, siendo este el caso, si no le obedecían, su honor en verdad podría verse afectado.


Debido a esto les aconsejó dar ese dinero, como les pidió el difunto, y que le explicaran a la gente que a lo largo de los años su padre había cometido errores, y puesto que era una persona recta les pidió hacer lo que hacían, para así llegar limpio al mundo venidero.

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