El seguimiento (rastreo) de una compañía de mensajería
Página 64:a Jazaká: sheliaj osé shelijutó (“podemos confiar en que el emisario completa su misión”).
Nuestra guemará nos enseña que, cuando alguien designa a un delegado/emisario (shaliaj) para cumplir una misión, mientras no tenga certeza de que efectivamente hizo lo que le encomendó, debe conducirse lejumra (rigurosamente). ¿Qué significa ésto?
Que si el encargo consistía en permitir cierta prohibición, como ser, entregar un guet a una mujer para divorciarla, mientras no estemos seguros de que la mujer lo recibió, la consideramos una eshet ish (o sea, todavía no puede casarse).
Y si el caso fuera el contrario, es decir, que alguien designa a un emisario para entregarle un documento de kidushin a una mujer, debemos mirar el asunto como que la solicitud, efectivamente, fue cumplida; por lo tanto, esta mujer es considerada casada. En lo que atañe a la halajá, según la mayoría de los poskim (Rámbam hiljot terumot 4:6), si el caso incumbe a asuntos mideorayta, entonces, quien encargó la encomienda, debe confirmar si su solicitud fue cumplida. No obstante, si el asunto en cuestión es únicamente miderabanan, quien designó al emisario podrá estar tranquilo y comportarse como si la misión hubiese sido realizada. El autor del libro Ajiezer (responsa 3:75), se ocupa del asunto y ofrece dos razones para explicar la diferencia que señalamos entre los casos mideorayta y miderabanan:
La primera de ellas es que dudamos de si el emisario ya ha hecho lo que le fue encomendado. Y, es sabido, que cuando se trata de asuntos mideorayta, la ley exige actuar de forma rigurosa (lehajumra), debido a la regla general de que cuando nos surgen dudas en cuestiones mideorayta debemos ir por el lado “duro” (sfeka deorayta lejumra). Cuando el asunto incumbe a leyes miderabanan, en cambio, se aplica la regla de sfeka derabanan lekula”.
La segunda razón es que, en realidad, no debemos dudar de si el emisario ha hecho lo debido, pues consideramos que la mayoría de los emisarios hacen su trabajo (jazaká). No obstante, jajamím hejmiru (es decir, establecieron que debemos
seguir el criterio más exigente), pues ésta mayoría no es suficientemente estable. (Corresponde diferenciar entre una mayoría “natural”, como ser que la mayoría de las mujeres paren a los nueve meses, de una mayoría basada únicamente en el comportamiento del ser humano). Una vez explicado esto, notaremos que ambas razones hallan su expresión en nuestra vida diaria.
Un negocio que se encarga de misheloaj manot: Hay quienes opinan (Sheiltot 35 Haamek sheela 2, y Ture Even Meguila 5:b), que toda mitzvá que deriva de los libros de los profetas, como ésta del misheloaj manot, debemos tomarla con el mismo rigor que si hubiera estado escrita en la Torá. En la actualidad, un importante número de personas recurre a compañías de envío para cumplir la mitzvá de misheloaj manot.
Por lo tanto, la pregunta que surge es ¿debemos cerciorarnos que el regalo ha llegado a destino?
La decisión que tomemos dependerá de las dos explicaciones recién mencionadas del Ajiezer, en cuanto a la diferencia entre obligaciones mideorayta y miderabanan: Según la primera explicación –de que la razón es que dudamos de si el emisario ha efectuado su tarea– tenemos que decir que aquél que se encargó de solicitar el envío, tiene el deber de asegurarse que el mismo fue efectivamente realizado. Pero según la segunda explicación –de que a priori se puede confiar en que el enviado ha cumplido su tarea (jazaká)– podemos decir que ésta persona ha cumplido la mitzvá, incluso sin haber verificado que la encomienda fue efectivamente llevada a cabo. Y la razón es que el decreto de jajamím de no confiar en el enviado, fue únicamente establecido para mitzvot de la Torá, y no para mitzvot midiveré kabalá (Ajiezer Ibíd).