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Si la halaja ya me dice qué tengo que hacer,

¿PARA QUÉ NECESITO ESTUDIAR TALMUD?

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Hay muchas razones. Veamos algunas:

1. Sentido de pertenencia. Cuando solo se sabe la halajá, uno es parecido a un ajeno o un invitado. Es como alguien que nunca acaba  de entender cómo  y por qué las cosas funcionan en la forma en que funcionan. Al estudiar el Talmud este sentimiento empieza a desvanecerse. Uno comienza a descubrir el fascinante mundo de la halajá, a comprender sus reglas, sus mecanismos, sus decisiones - incluso aquellas que a veces parecen tan antojadizas.

2. Independencia - Muchas veces, aunque uno sepa la halajá, en la práctica sigue teniendo dudas, pues no tiene un conocimiento real del tema. Todo esa información está en el Talmud. Cuando uno lo estudia, es como tener un Waze. ¡Manejamos tranquilos y disfrutamos del viaje!

3.  Para saber  formular la pregunta al Rabino. Es común que, cuando uno quiere hacerle una pregunta a un Rabino, se tope con diferentes obstáculos, como por ejemplo no saber cómo plantear la pregunta, o bien que el Rabino necesite hacerle muchas preguntas para poder entender cuál es nuestra pregunta, o todo tipo de molestias similares. Esto muchas veces da lugar a malos entendidos, pérdida de tiempo, sensación de que se está  molestando al Rabino, etc. Si bien estudiar el Talmud no siempre significa que uno sabe cuál es la halajá en la práctica, sabrá exactamente qué y cómo preguntar, y  la consulta con el Rabino resultará mucho más directa, clara y sencilla.

4. Para disfrutar. Si bien saber la halajá me ayuda a saber qué hacer, cuando eso es lo único que sabemos, nuestro cumplimiento de la ley es muy similar a usar un manual o a acatar órdenes. En cambio, cuando estudiamos Talmud, el cumplimiento de la halajá se revitaliza, se vuelve interesante y entretenido, y lo mismo su aplicación en la práctica. Además, cada vez que cumplo una halajá, todo resulta mucho más claro y puedo conectarme más con lo que estoy haciendo.

 

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