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Jefe de ventas ladrón, ¡pero eficiente!

 

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 El jefe de ventas de tu tienda es altamente eficiente y tu tienda es un éxito. Solo hay un problema:¡has descubierto que te roba!

Lo enfrentas y le pides explicaciones, pero él jura que jamás te ha robado. Indignado, te dispones a despedirlo, pero de pronto razonas: "Un momento. En realidad, ¿quién me obliga a despedirlo? Si lo echo no será fácil encontrar a alguien como él. Y, además, lo que roba es insignificante frente a lo que nos hace ganar. ¡No me conviene despedirlo!".

 

Sin  duda un hombre de negocios muy práctico. Sin embargo, dejar que este vendedor continúe trabajando no es tan fácil. La Torá dice: "No pondrás un obstáculo delante de un ciego".  Entre otras cosas, lo que este versículo nos dice es que, cuando una persona  se encuentra en situación de desventaja porque desconoce cierta información (y por lo tanto es "ciego" respecto a esta), no debemos aprovecharnos y sacar ventaja de su situación de debilidad. Y al parecer eso es exactamente lo que pasa en el caso del vendedor que roba: es completamente ciego a la gravedad de lo que está haciendo. Y, entonces, al permitirle seguir trabajando en la tienda, el dueño estará propiciando que el vendedor cometa (de nuevo) esa grave transgresión.

¡¿Podemos dejar que este empleado siga trabajando al empleado o debemos despedirlo?!

 

El Talmud nos ayudará a resolver el dilema. 

 

En la hoja 32 del Tratado de Kidushin dice que R. Huna quiso conocer la capacidad de su hijo Raba de controlar el enojo, y decidió rasgar una costosa vestimenta de seda para comprobar si esto lo enfadaba. El propio Talmud pregunta allí mismo cómo es posible que R. Huna haya hecho esto, considerando que si su hijo se enfadaba podía llegar a decirle algo irrespetuoso, y, puesto que la Torá exige honrar a los padres, R. Huna estaría cometiendo la transgresión provocar que el prójimo peque ("No pondrás un obstáculo delante de un  ciego"). No obstante, ya que es obvio que R. Huna era un hombre piadoso y consecuentemente nunca haría algo así, el Talmud se ve obligado a concluir que R. Huna había renunciado a que su hijo lo tratara con honor, quien a su vez, por lo tanto, no estaría cometiendo ninguna transgresión si reaccionaba hablándole en forma inadeacuada. En consecuencia, tampoco el padre R. Huna estaría transgrediendo la  prohibición de poner un obstáculo delante de un ciego.

 

Y aquí viene el punto que nos importa: el Tosafot, uno de los comentaristas del Talmud, explica que necesariamente tenemos que decir que R. Huna no solo renunció a que su hijo lo tratara con honor, sino que además le hizo saber que lo exentaba de este deber, pues, de no haberle comunicado esto, podría haber ocurrido lo siguiente: si  Raba se hubiera enojado con su padre, lo habría hecho convencido de estar haciendo algo que la Torá le prohibió (lo que en su caso no es así, pues dijimos que su padre lo ha exentado de honrarlo). Y la ley dice que este tipo de actos (de realizar un acto permitido creyendo equivocadamente que se trata de una acción prohibida) requieren rectificación y perdón. 

 

Podemos aplicar esta última idea a nuestro caso del vendedor que roba: incluso si también el dueño de la tienda renuncia de antemano al dinero que el vendedor se vaya a quedar, como forma de hacer que la acción de tomar el dinero no sea considerada un acto de robo, de todos modos, cuando el  vendedor tome el dinero, igual estará cometiendo una transgresión, pues ignora que el dueño ha renunciado al dinero que él está tomando, y se lleva el dinero convencido de que está robando (lo que, como ya dijimos, también se considera un pecado). Y, por lo tanto, el dueño de la tienda estaría violando la  prohibición de "No pondrás un obstáculo delante de un ciego".

 

Pero hay otra posible respuesta: el caso del vendedor que roba no se parece en absoluto al caso de R. Huna y su hijo Raba, pues el dueño de la tienda no hace ninguna acción que propicie que el vendedor robe, mientras que, en el caso del Talmud, R. Huna realiza una acción para hacer enojar a su hijo y comprobar si tiene control sobre el enfado. Siendo así, el dueño tendría todo el permiso de mantener a su eficaz vendedor ladrón.

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